jueves, 7 de julio de 2016

El País Donde no Había Nadie


En aquella ciudad no había nadie. No había absolutamente nadie. Había muchas casas y se veía luz en las ventanas, pero en las calles no había nadie. Miré a través de una ventana y vi que dentro había una persona, pero estaba con uno de "ellos". Miré en otras casas: también estaban con "ellos". Les gusta estar con "ellos", más que con otras personas. Por eso la gente ya no sale a la calle. En esta ciudad no hay nadie...

El país donde no había nadie

No soy oriundo del DF, actualmente CDMX, recuerdo que cuando llegué en el 2000, todo era fascinante, tantas personas en lugares tan pequeños, para mí en aquel entonces me parecían posibilidades infinitas. Recuerdo que me gustaba mucho viajar en Metro, previo había comprado algún diario o leído una revista interesante (Men’s Health normalmente) y llevaba bien afilados mis diálogos y frases “asesinas”, literalmente, subía al transporte público “de cacería” subía alguna “Víctima” atractiva, y me deslizaba a su lado para entablar conversación… AUNQUE NO LO CREAN MILENNIALS en aquel entonces esa era la forma de conocer personas. Así obtuve muchas conversaciones interesantes, café con risas interminables, puntos de vista acordes y encontrados, pláticas infinitas a cerca de todo y de nada… en poco tiempo la tecnología avanzó y cambiaron muchas cosas.

Actualmente la forma de “conocer” personas es a través de las redes sociales… ¿Quién diría?, el fragmento al inicio de este tema es una extracción de la serie de anime “Chobits” muy divertida y altamente recomendable cuando quieres morir de risa por pena ajena. Pero más allá del trasfondo ERO y divertido, dentro de la histÉria había otra histÉria muy profunda, “La Ciudad Donde no Había Nadie” y como muchas otras predicciones que he hecho en la vida, le pregunté a mi novia en aquel entonces, ahora esposa, ¿Cuánto tardaríamos en llegar a eso? En aquel entonces (2005) estaban de moda las PDA, yo poseía una de las mejores de aquel entonces, SonyEricsson p910 y la utilizaba prácticamente para todo. Aunque estaba lejos de compararse con lo que se venía, eran los inicios de la “despersonalización de las personas”
Hoy en día, es difícil para la mayoría concebir la vida sin un dispositivo móvil, me causó mucha risa cuando surgieron las “Black-Berry” por la analogía que entendí a los grilletes con bola de acero que se ponía  a los esclavos, pasamos los 90’s temiendo al despertar de “SkyNet” pero actualmente no nos hemos dado cuenta de que las máquinas ya nos controlan, que  SkyNet despertó hace mucho tiempo ya.

En la Serie de Chobits, como hoy en día, existe una especie de “Dispositivo Inteligente”. En la serie tiene forma humanoide y se puede estructurar la personalidad acorde al gusto del usuario… ¿Suena familiar?
Los dispositivos de hoy en día son tan maleables, que hasta yo he podido personalizarlos de tal forma que se anticipan a mis pensamientos… útil, sí, pero da miedo, también.
NO ESTOY EN CONTRA DE LA TECNOLOGÍA, no quiero regresar a la edad de piedra, quienes me conocen saben que la utilizo para todo, pero recordemos que LA TECNOLOGÍA ES UNA HERRAMIENTA y como toda herramienta, depende del uso que se le dé. No estoy de acuerdo en que los dispositivos inteligentes tengan la función de tranquilizante, niñera, madre, padre, premio, castigo o incentivo. Son herramientas… y nunca serán personas. Estoy en contra de la BARRERA ABISMAL que implica su existencia en las relaciones interpersonales. A diferencia de cuando yo subía al metro para entablar conversaciones y buscar gente interesante, hoy en día subo al metro, para transportarme, y encuentro con que todas las personas están con “Eso” embebidas, absortas y sin interés por las personas que existen a su rededor. Quiero pensar que eso solo ocurre en el transporte público, y que en las casas de estas personas no ocurre así. Aunque por experiencia propia, me consta que ahora los integrantes de las familias se encierran en sus cuartos para estar con “Eso”.

Lo más preocupante definitivamente resulta el hecho de que “Eso” está influyendo en nuestra “evolución” (o involución). A raíz de redes sociales y dispositivos móviles se han presentado cambios como el I-Hunch, problemas de la vista, fluctuaciones en el estado de ánimo, disminución de la productividad en el trabajo (¿Cuántos están leyendo esto en horas de trabajo?). Hemos llegado al punto en que nuestro autoestima se basa casi-COMPLETAMENTE en el dispositivo que poseemos y el grado de aceptación que ostentamos en redes sociales, más frecuentemente en Milennials que en los de la vieja escuela, pero hay de todo en ambas partes.
No solo en la postura en la distribución de la palma de la mano, ni en la conducta, también en cómo nos relacionamos con los demás, y así surgieron las “cybercitas”, el “cybersexo” y ahora más popular el “sexting”. Más aún, como ya lo estipulara H. Simpson refiriéndose a la televisión, hoy en día los dispositivos móviles se han vuelto “Maestr@, segunda madre y amante secret@”.

Y como en Chobits, las calles están vacías, cada vez hay menos niños jugando en la calle… juegos en línea, juegos con “actividad física incluida”… ¿en serio?, juegos que simulan “Pruebas de olimpiadas” cuando en mi colonia, teníamos nuestras propias olimpiadas… todos los días, se ha visto incrementar la obesidad infantil y todo mundo le echa la culpa a los pastelillos y “comida chatarra”. No Me Jodan, la comida era más chatarra en mis tiempos y no había tantos gorditos (sistemáticamente los eliminábamos). La inactividad física es lo que está matando a la sociedad. ¿Cuánto faltará para que lo de Wall-E se vuelva realidad también?
Ciertamente las calles son más peligrosas hoy día que en mis tiempos, pero no solo las calles, también los parques están quedando vacíos. Incluso ahora hay mascotas “virtuales”, no sea que tengas que sacarlas a pasear.

Pero no solo las calles se quedaron vacías, también las mentes, ahora llenas de “Licencia artística y/o poética” donde se masacra el idioma una y otra vez. Más aún, sustentando como ciertas creencias absurdas o posturas mediocres (de actitud, no de color), que han dado lugar a tantos y tantos memes (y términos nuevos) de “Conocimiento es Poder”, dan risa, sí, pero son una ventana a lo mal que está la sociedad… porque finalmente, eso es el futuro de la sociedad, aquellos que se criaron en FaceBook, Instagram, Twitter, Whatssapp, etc., etc., ellos serán los dirigentes del mañana… y Dios nos agarre confesados, será nuestra culpa, a fin de cuentas, nosotros los criamos… eso me recuerda a una frase de “Mátalo antes de que deje crías”, ahora enfrentamos en México no solo a las generaciones de Twitter, FB y otras redes sociales, también a las generaciones de “La Rosa de Guadalupe”, “Acapulco Shore”, “Laura en América” y las Telenovelas, que se ha demostrado SÍ tienen la capacidad de influir en la toma de decisiones, sobre todo cuando de política se trata. (La Dictadura Perfecta).

Ya nadie lee, nuestra cultura se ha desmoronado, ya no hay lectores de “To kill a mockingbird”, “La Iliada”, “La Odisea”, “La Eneida”, ya no digamos “The Golden compass” o El tan popular “Game of Thrones”, preferimos quedarnos con lo que vimos hacer a Brat Pitt en la pantalla grande. Ya quedamos pocos que adoramos el olor a libro nuevo… o viejo. Son inconvenientes y pesados, se pueden cargar en PDAs pero aún así, el cargarlo no implica que lo leamos. Es algo que yo denomino: “El síndrome de la memoria del celular” donde almacenamos en nuestros dispositivos millones de cosas que “vamos a leer”, pero que rara vez leemos, como si al ponerlo en nuestro dispositivo, automáticamente pasara a nuestro cerebro… eventualmente llegaremos a esa tecnología.
Ciertamente los dispositivos “inteligentes” nos han facilitado la vida a tal modo que incrementa nuestro tiempo libre… que consumimos en nuestros dispositivos, en aplicaciones de King™ o en alguna otra. Algunas veces desde muy temprana edad.
No todo es satánico, hay aplicaciones educativas, pero son pocas. Una herramienta, no una persona.

Otro inconveniente de “Eso” es la soledad. Tenemos millones de amigos, pero solo en plataformas virtuales, ya no es necesario convivir, salir, vivir. Ya hasta la comida la podemos pedir por PDA, sin problemas, cada vez es menos necesario dejar nuestra soledad. Lo anterior se ha visto reflejado en la increíble capacidad de los solteros de permanecer solteros, ya que es preferible tener múltiples amistades en redes sociales que una pareja estable. Sin contar con todas las parejas estables que terminan a causa de las redes sociales. El incremento en la depresión, y en trastornos psicológicos que antes de la tecnología no eran tan acentuados.
Nuevamente, no me malinterpreten, las redes sociales representan una utilidad abismal, para comunicación, difusión, organización y seguimiento. Acercan a los que están lejos… pero como toda herramienta […]

No tengo un cierre espectacular ni filosófico para este tema, solo tengo temor y tristeza, tristeza porque es algo que ocurre, lo vimos venir y no nos interesó y no nos interesa, tristeza por todo lo que hemos perdido, donde antes nuestra autoestima se basaba en los logros personales, físicos o académicos. Ahora en “postear” el comentario amargo, insidioso o simplemente viral. En likes y retweets… o en la cantidad de personas que visitan nuestro Blog (ja).

Miedo, miedo porque mis hijos son parte de la generación de los Milennials y quiero que sean más al estilo de la vieja escuela… no sé si podré llevarlos a ese punto intermedio, pero esa es mi motivación, botar “Eso” y dedicarme a Ellos, a mi esposa, a mis padres, a mis hermanos… los teléfonos celulares se crearon para acercar a las personas que están lejos… no para alejar a los que están cerca.

Es así como ahora, al subir al metro, metrobus o cualquier sistema de transporte, al caminar por las calles, incluso, dentro de las casas, las personas ya casi no conviven con las personas… están con “Eso”, por que estar con “Eso” es más divertido que estar con las personas, porque “Eso” puede volver realidad todos tus sueños… pero “Eso”, nunca será una persona…

¿O sí?

FUENTES

miércoles, 6 de julio de 2016

De la caída de los Médicos

Hubo un tiempo antes del tiempo que todos recordamos, donde ser médico, ejercer la profesión, era comparable con lo inalcanzable, con lo épico, con lo más elevado que alguien podía aspirar.

Hubo un tiempo antes del tiempo que todos recordamos, donde al estudiante de medicina se le respetaba, dentro y fuera de la universidad, señalados para ser la encarnación de pulcritud, decencia, inteligencia, abnegación y compromiso… en aquellos días, hoy tan lejanos, el ser médico, automáticamente un statu quo sustentado por generaciones y generaciones de grandes sabios y clínicos excelsos que construyeron para nosotros la fama y reputación digna de semi-dioses… sí, léanlo bien. SEMI-DIOSES, porque los médicos se erigían por encima de la sociedad, independientemente del poder económico que tuvieran… el arte de sanar siempre ha sido algo que se vende caro.

Y aunque no me gusta usar la palabra “vender” porque siempre se piensa en $.$ aunque en este caso era algo que te proporciona peso específico, por ser poseedor de las artes arcanas de la medicina.

En ese tiempo antes del tiempo que todos recordamos, acceder, mantenerse y egresar de la carrera de medicina era, literal, una odisea, donde pocos eran los sobrevivientes, pero eso sí… cuanto más cernida está la criba, más fino resulta el producto.

¿Cómo es que llegamos a perder todo lo que se había ganado previamente? ¿Cómo fue que del Olimpo, caímos al Inframundo? Bueno, de esa recopilación versa este Blog… y mientras en mi mente retumba Greensleeves la versión acústica con laúd, hagamos un recuento de cómo es que perdimos la semi-divinidad.

Recuerdo de mis días de estudiante de medicina, los de pregrado. Recuerdo la desfachatez de mi vestimenta y de cómo me pavoneaba de ser irreconocible como estudiante de Medicina, mi objetivo era que no se supiera que yo era parte de esa élite… porque sinceramente eso de las apariencias no se me ha dado, demasiado visceral y demasiado agresivo. En cierto modo, trataba de proteger el carisma de la carrera, de los estragos de mis idiosincrasias. Cuando fue inevitable finalmente, el momento de usar la “Bata Blanca” bueno, ahí ya no había marcha atrás pulcritud, pulcritud, pulcritud. Empero, comencé a observar a los que venían detrás… a los que estaban alrededor, a los que estaban delante de mí… en el estricto punto de vista académico en grado… comencé a ver cómo las costumbres de antaño, el trato y el carisma se había perdido. La carrera de Medicina era una carrera más. Nunca se me ha conocido por ser alguien “modesto” o “condescendiente”, así que en conocimiento de causa, miraba 360° y me preguntaba “¿Es en serio esto la élite de la sociedad estudiantil?” veía como incrementaban las batas blancas en cantidad y disminuía la calidad… extraordinario del extraordinario de la palanca del recomendado y así se cambiaban las calificaciones.

También empecé a ver batas blancas cada vez de forma más frecuente en antros y bares, comprando licor y cigarros y embrutecidos, dar espectáculo público, eso sí… vistiendo orgullosamente bata blanca… días recientes se nos aporreó en las redes sociales con: “usos de la bata blanca” muchos lo tomaron a bien, otros lo tomamos a mal… pero nadie hizo hincapié en que eso en verdad estaba pasando. Batas blancas en la disco, batas blancas en cantinas, batas blancas bailando reggaetón, no se espera eso de los estudiantes de medicina vestidos en su tradicional Blanco Clínico.

Más allá del estudiante de medicina, si por algo somos bien conocidos los médicos es por las épicas fiestas de las que somos parte, en donde el alcohol corre a raudales y las consecuencias saltan en la primer plana de cualquier diario, local, regional y nacional. Mucho tiempo la sociedad ha tolerado esto bajo el argumento de “Se están divirtiendo” y se han hecho de la vista gorda en el mismo juicio que para otros se tildan de borrachos y escandalosos. ¿Por qué nos toleraron eso? Sencillamente porque seguíamos siendo buenos en nuestra labor, nuestras artes arcanas seguían siendo la diferencia entre la vida y la muerte, nuestras manos y cerebros curaban, mejoraban o al menos consolaban… eso nos permitió conservar nuestra hegemonía.

¿Qué pasó después? Después vinieron los escándalos por “Errores Médicos”, la criba cedió y el producto que salía no era de ya de calidad, no era bueno, no era ni siquiera aceptable. Empezamos a sacar los ojos que no eran, a cortar las piernas contralaterales y a fallar en cirugías que se consideraban de rutina. Empezamos a fallar en el tratamiento, empezamos a fallar en el diagnóstico, empezamos a fallar en el consuelo a quienes no podíamos curar. Empezamos a perder el arte… y después vino la debacle, como médicos… empezamos a prostituirnos.

Y en eso no me refiero a los médicos que malbaratan su arte por menos de lo que cuesta una orden de tacos… ya no digamos tacos con aguacate, yo trabajé un tiempo en el sistema de “comodatos”, bastante útil para los recién egresados que buscan sobrevivir un tiempo. Poco después dejé el sistema y respaldado por mi esposa y  mis artes, puse un consultorio y una farmacia. Pero el Blog no trata de mí. (ßEditar esta parte). De la prostitución que hablo es de la que se lleva a cabo a grandes niveles.

Grandes han sido, son y seguirán siendo los escándalos de los médicos y las empresas farmacéuticas, de los congresos VTP (viaje todo pagado) y de las primas de los contratos de aseguradoras, no lo critico, de algo tenemos que vivir, pero no así. No así.

Cobrar lo justo SÍ, pero no es “hacer más para cobrar más ni hacer menos para obtener beneficio”. Así se han acuñado frases como: “_Oye, ¿qué tenía tu paciente? _Pues unos ahorritos” ó “Con el próximo que cruce la puerta saco la letra del carro” así es la concepción de la sociedad hacia los médicos de hoy en día… unos vampiros chupa-dinero que no paran hasta ver agotada la veta.

Más aún, los puestos directivos a grandes niveles institucionales públicos y privados donde el costo de productos puede incrementarse miles de veces en las licitaciones mientras pasan de una mano a otra, de un nivel a otro, como en recientes escándalos en la secretaría de educación.

Pero eso no fue lo peor, no lo peor vino después… aunque es bien sabido que “Perro no come Perro”, no aplica para los médicos. Empezamos a criticarnos abiertamente unos a otros en una guerra sucia digna de cualquier campaña política de nuestros días. “El peor enemigo de un médico es otro médico” y así en el afán de conquistar la cima, más por demerito de otros que por méritos propios, nosotros mismos sembramos el despertar de la sociedad. “Ese médico le operó mal”. “Ese tratamiento no es el indicado”. “Ese médico no sabe, tómese esto y va a ver”. Empezamos el canibalismo y la sociedad aprendió, aprendió bien y tomó argumentos para someter a los semi-dioses.

La batalla contra nosotros mismos nos hizo quitar la vista del verdadero frente de batalla, nos descuidamos y fuimos tomados por sorpresa, llegó Prometeo y nos robó el fuego, la tecnología desnudó parcialmente nuestras artes arcanas y las puso en manos de todos… y como pasa en la pornografía, la desnudez parcial, incita, excita, mantiene expectante, mientras que la desnudez absoluta, aburre.

Los estudiantes de Medicina tratando de desnudar completamente la medicina, se aburren y desfallecen en su ideal de trascender en el mundo médico, mientras que charlatanes se apropian de la semi-desnudez seductora de la medicina y se erigen a nuestra altura queriendo prescribir desde el PLM sin la formación adecuada que el arte exige. Así nacieron charlatanes que capturaron la atención de la sociedad, quienes al ver a sus semi-dioses caídos, y aparecieron las “Cápsulas de la salud”, la “Información que cura”, aparecieron prácticas menos ortodoxas… nada ortodoxas de la medicina que ofrecía curas milagrosas, cosas que los semi-dioses no podían ofrecer ya más.

Fue cuando ocupados en la batalla contra nosotros mismos, surgieron los oportunistas y vieron un buen negocio demandar a los médicos… por cualquier tontería. Y ante nuestro desinterés por mejorar, la sociedad se dio cuenta que no somos inalcanzables y fuimos cayendo, cayendo hasta tocar el fondo.

Y es así como ahora en un intento desesperado por recobrar nuestro lugar en la sociedad, hacemos marchas y levantamos la voz, cuando no es la sociedad, ni los abogados, ni el gobierno, ni el presidente… somos nosotros mismos los culpables, no me malinterpreten, el sistema NO es una mierda, la seguridad social está bien pensada, tiene buenos objetivos y grandes ideales… pero la gente que dirige ese sistema SÍ es una mierda… y ¿qué creen? Los que dirigen el sistema, son médicos… bueno, médico-administradores, porque médico es el que practica la medicina, no el que ostenta un título. Siempre he creído que por eso se le llama “ascender” en la jerarquía, porque te vas alejando cada vez más del suelo, hasta que lo pierdes. Y en ese ascenso se han perdido los valores más esenciales de nuestra arte. Es así como nos servimos de quienes están “por debajo de nosotros” para hacer lo que nadie quiere hacer.

Eso ha costado vidas, de pasantes del servicio social, de médicos internos de pregrado, de residentes, incluso de hermanos de armas médicos… desgraciadamente nos hemos vuelto insensibles a las pérdidas (juego de palabras de “pérdidas insensibles”), todas las cosas por las que atraviesa el país nos ha vuelto más tolerante, donde antaño dichas sutuaciones hubiesen partido a la sociedad… ¿Cuántos “Doritos Blancos” por nuestros hermanos caídos? (En eso estoy de acuerdo con Kalimba).

Me parece increíble la transformación de la medicina, pero me parece aún más indescriptible la transformación de los médicos y de la sociedad. Ahora somos botargas, ahora somos noticia amarillista, ahora somos nota roja, ahora somos criminales, ahora somos un triste recuerdo, una sombra languideciente de lo que los antiguos médicos esperaban de nosotros.

Después del “Paro Nacional” que no fue ni paro ni fue nada, ¿Qué fue lo que obtuvimos?, ¿Qué fue lo que pedimos?

Para mí, eso fue más algo como… ponerle oxígeno a todos los pacientes, lo necesiten o no, algo para sentirnos más tranquilos con nosotros mismos, no necesariamente algo que represente una utilidad. De todo corazón en esto último deseo estar equivocado, pero realmente, nada ha pasado. Los que fueron destituidos siguen destituidos, las reformas siguen en marcha y los caídos continúan en el polvo. ¿Por qué?

Porque el cambio nunca es de afuera, no esperemos que con una marcha la sociedad cambie y olvide todo lo que durante muchos años le enseñamos. El verdadero cambio está en nosotros. Desde muy joven acuñé una frase que ha regido mi vida, que se ha probado así misma ser verdadera y cierta en TODOS los aspectos, todos los gremios y todas las situaciones.

JUNTOS LO SOMOS TODO®

¿En verdad estamos juntos los médicos?

Referencias.